ERMITA DE SAN PELAYO DE MATILLA DE
ARZÓN
Nos queda las vista sobre el espacio que
ocupó: y la exuberante vegetación del
gigante chopo que bebe en sus entrañas.
gigante chopo que bebe en sus entrañas.
Que nos queda
de la que fuera ermita de San Pelayo de Matilla de Arzón?. La calle de San Pelayo de Matilla –aún
figura en recibos de la contribución urbana (IBI) de la localidad,
correspondiendo al callejón que va desde la puerta de la casa de mi tio
Leovigildo hasta la casa del Señor Argimiro y de la Señora Raimunda. Yo,
personalmente, y muchas personas mayores de la localidad, hemos visto sus
viejas paredes derruidas. Por sus restos y su solar, tenía buenas dimensiones. Era
de mayores dimensiones que la actual ermita dedicada al Ecce Homo, y se dice
que los restos de ese edificio se parecían a los de una iglesia.
Imágen de San Pelayo
Esta ermita que permaneció en nuestro
pueblo durante casi nueve siglos, y terminó desapareciendo junto con la iglesia
de San Pedro en el s XIX, aunque parte de su estructura pervivió hasta la la
década de los años 50 del s XX, cuando sus terrenos pasaron a formar parte de
la casa del médico, que los vecinos del pueblo ayudaron a consolidar por la
necesidad de disponer de un médico fijo afincado en el pueblo. Esta ermita que
nace a finales del s. X. -con dependencia de la iglesia de San Pedro de Matilla-, cuando la
monarquía del reino de León necesita armarse de valor para continuar la
Reconquista de España hacia el sur. La figura de Pelayo –sus reliquias-, tenían un gran valor para los reinos
cristianos, pues era la figura de un joven niño (13 años) que había sido
sacrificado por el rey musulmán Abderraman
III en Córdoba. Es la infanta Elvira Ramírez (934-986), hermana de Sancho I de León y regente de su sobrino el rey Ramiro III, junto con Teresa Ansúrez, la
reina madre y viuda de Sancho I., las que consiguieron el traslado de los resto
de San Pelayo desde Córdoba. Elvira era monja (abadesa) en el monasterio leonés
de San Salvador de Palat del Rey – lugar al que pertenecía Matilla-, un
monasterio fundado por su padre el rey Ramiro
II, construido junto a su palacio (940-50) y exclusivo para mujeres nobles
o de la realeza. Elvira y su comunidad se mudaron a la nueva iglesia de San
Pelayo, aquel que se acababa de construir para recibir las reliquias del niño
mártir. Fue levantado este templo junto a otro pequeño y muy antiguo (conocido
como el antiquísimo) que estaba dedicado a San Juan Bautista.
Ronda de San Pelayo de Matilla de Arzón, donde hijuelos de el gran chopo renacen en su vecindad
Las reliquias
del niño martirizado Pelayo una vez trasladadas de Córdoba a León el año 967, inmediatamente en todo el reino
leonés, se promueve la figura desde todos los obispados, iglesias, monasterios
y grandes de la nobleza; con la consiguiente elevación de centros religiosos y
nombramiento de poblaciones en nombre de Pelayo -San Pelayo-, como así ocurrió en Matilla con la creación de la ermita a S Pelayo. Pero también en muchos localidades y centros religiosos
del reino leones, incluyendo el condado de Castilla o el reino de Galicia.
Desde la
llegada de los restos y reliquias de Pelayo a León y durante el próximo
siglo, se produce una gran implantación
de otros centros religiosos con la advocación a San Pelayo en el ámbito de expansión geográfica del reino
leones.Como los siguientes:
Localidades españolas que tienen por patrón a San Pelayo:
10 en León, 6 en Palencia, 6 en Valladolid, 5 en Zamora,
5 en Burgos, 5 en Cantabria, 1 Salamanca, 1 Guipuzcoa, 1 Coruña, 2 Rioja, 1
Orense, 1 Pontevedra,…
Iglesias con su nombre:
6 de León, 6 en Burgos, 4 Palencia, 3 Zamora, 2
Valladolid, 2 Asturias, 1 Cantabria,
Monasterios:
San Pelayo de León (posteriormente paso a ser Colegiata de S Isidoro),
San Pelayo de Oviedo,), San Pelayo (1135) “de Valderas” (León), de Cerrato
(Palencia) –desde el año 934-, de Antealtares de Santiago de Compostela, de
Diomondi (Lugo), de Tordesillas (hoy día privatizado por PRIASA), Arenillas de
San Pelayo (Palencia),
Castrillo (s. X.) y San Pelayo de Órbigo
(había uno en Pozuelo, en el s. X (976), San Pelayo de Perazancas (Palencia) en 1186 y los seminarios de
Córdoba y Tuy.
Localidades o puntos geográficos que
llevan su nombre:
-San Pelayo de Guareña (Salamanca)
-San Pelayo de Mena (Burgos)
-Pobladura de Pelayo García, (1052?), de su repoblador
(1198).
-San Pelayo del Páramo o de Orbigo (1018)–en la actualidad
anejo a Villalaza-Páramo leones
-Castrillo (de San Pelayo).Tubo monasterio en 966?. anejo de
Villazala-Páramo leones.
-San Pelayo de Pobladura (1052) hasta el siglo XII, hoy día
Grajal de la Tibera (León).
-San Pelayo de
Benavides –Villabante- (León).
Las
poblaciones que hoy día continúan celebrando a San Pelayo mas cercanas a
Matilla, son:
-Morales del Rey, festeja a San Pelayo, su patrón en su
ermita.
-La Antigua, su
iglesia, es en honor a San Pelayo (1240).
-Quiruelas
de Urz, iglesia dedicada a San Pelayo.
San Pelayo es el Santo preferido junto a
San Isidoro por los reyes leoneses de los siglos de la reconquista,
especialmente del siglo XI.
San Pelayo de la
localidad de Morales del Rey (foto:Mari
Gan)
El
año 959, don Sancho I
arroja del trono a Ordoño IV y se proclama rey. Por este tiempo se propaga
por el reino leonés la vocación por el
niño Pelayo, mártir bajo el
califato de Abd al Rahman III en el año 925. Doña Elvira, nuestra infanta monja de San Salvador, impulsa al rey Sancho para que organice una expedición a Córdoba con el fin
de recuperar los restos del niño mártir. Para su custodio mandó construir
en la ciudad un nuevo monasterio. Del monasterio de San Pelayo cuya
fábrica fue mandada hacer por Sancho I en torno a 960 y tras este proyecto
estaba sin duda la influyente mano de doña Elvira. Este monasterio sustituyó al monasterio de Palat del Rey
como cenobio cortesano. Años más tarde, en 1148, el monasterio se trasladó a
Carbajal de la Legua, por decisión de la infanta Sancha, hermana del rey Alfonso
VII y desde entonces fue conocido como el Monasterio de Santa María
de Carbajal y las monjas benedictinas
que ahí habitaban, las «Carbajalas»- En 1600 la comunidad de benedictinas
regresó a la ciudad de León.
Ante
el ataque de Almanzor a tierras de León, se apresuraron los leoneses á
trasladar (966) las Reliquias del Mártir San Pelayo á Oviedo, y las de
San Froilán á las Montañas de León donde el Santo había vivido y honrado con su
estancia solitaria muchos años,
El abad
isidoriano, Julio Pérez Llamazares, quien desde su libro “Historia de la
Real Colegiata de San Isidoro” , nos habla de esta manera:
No pudo, sin embargo, recibir el santo
cuerpo nuestro buen rey Sancho, pues una conspiración encabezada por el conde
Rodrigo Velázquez en Galicia, terminó con la vida del monarca a través de una
manzana envenenada.
Fueron su hijo, Ramiro III -”que contaba cinco años-” y su madre, la regente doña
Teresa, quienes recibieron el cuerpo de San Pelayo en el año 967, custodiado desde Córdoba por el
obispo de León, don Velasco,
colocándolo en el cenobio elegido por Sancho el Gordo. Según hemos podido leer
en el Chronicon
Mundi del Tudense
.
Procesionando a San Pelayo en Mozos de Cea (León). Años 1930/40
Sobre la vida y hagiografía de
San Pelayo
San
Pelayo.- (Albeos, Creciente, Galicia, 911 – Córdoba, Córdoba 26 de junio de 925) fue un cristiano martirizado durante el emirato de Abderramán III y canonizado posteriormente por la Iglesia católica, como ejemplo de la virtud de la castidad juvenil. Su día en el santoral católico es el 26 de junio.
En 920 acompañaba al obispo y la corte del rey de
León en apoyo del reino de Pamplona, que estaba siendo atacado por el califa Abd al-Rahmán III. Tras la derrota en la batalla de Valdejunquera, tío y sobrino fueron apresados.
Enseguida
pasó a recibir culto. A partir del siglo XI, en que los reinos cristianos
intervenían en la política interior de los reinos de taifas, muchos restos de santos cristianos fueron
trasladados al norte en su condición de apreciadas reliquias, y esto fue lo que ocurrió con los de San
Pelayo: primero a León y luego al monasterio benedictino de
Oviedo
que lleva su nombre (y que no debe confundirse con el nombre de Don Pelayo, el primer rey de Asturias). El año 967 los restos de San Pelayo fueron trasladados a León y de allí a
Oviedo en el año 994, en cuyo monasterio de monjas benedictinas actualmente se
conservan. Hacia el año 950, un presbítero cordobés, de nombre Raguel, escribió una Vita vel passio Sancti Pelagii que,
en realidad, es una narración del martirio basada en el testimonio de testigos
oculares.
Las narraciones del martirio de Pelagio
construyeron un ataque frontal a la presencia musulmana en la península
Ibérica —y, por extensión, en Europa— pieza clave en este espacio histórico,
literario y simbólico que surge en una encrucijada de pasiones religiosas,
políticas y sexuales.
“Pasión de San Pelagio”, es un relato
hagiográfico compuesto, probablemente, antes del año 967 por un escriba judío mozárabe conocido como Raguel, en una prosa latina muy rítmica,
en donde se narra la vida, el martirio y la muerte del niño cristiano que la
titula, fallecido en la corte cordobesa del emir Abderramán III a la edad de
trece años y medio, en torno al año
925, como consecuencia de su negativa a abjurar de su fe y acceder a los
deseos sexuales del futuro califa.1
Lo confirman cuatro manuscritos del
siglo XI (entre ellos, el Pasionario II de Cardeña y el Pasionario de Silos) y
la edición reciente de Celso Rodríguez Fernández (1991).2
Las narraciones del martirio de Pelagio
construyeron un ataque frontal a la presencia musulmana en la península
Ibérica —y, por extensión, en Europa—
Actualmente en la población de Niembro (Asturias) son los jovenzuelos los que portan al santo en el día de su festividad
Otra
versión hagiaografía es la de Hrotswitha:
La belleza de Pelayo era tan evidente que
el califa de Alándalus, Abderrahmán III, pronto sabe de su existencia
por boca de algunos notables suyos que deseaban verle libre de los barrotes y
que apelan para ello al emir de los creyentes. Pero este quiere verle primero y
ordena que le aseen y le vistan con las mejores galas, lo adornen con un collar
de piedras preciosas y lo lleven a su presencia.
Al verle, el califa sucumbe a sus
encantos y pide a Pelayo que renuncie a Cristo y que acepte servirle como
cortesano. Muchos asistentes piensan lo afortunado que es. A cambio obtendrá
una vida de lujo y placer y quedarán libres otros cautivos cristianos parientes
suyos. El califa se acerca y, apoyando su brazo en el hombro del muchacho,
intenta besarle. Pelayo le rechaza, aunque el soberano no parece sentirse
contrariado. Intenta de nuevo aproximarse a él y esta vez Pelayo le golpea y le
hace sangrar, a la par que le increpa: “¿Acaso crees que yo soy uno de
los tuyos, un afeminado?”. Pelayo desgarra sus vestiduras y
queda desnudo ante el califa. Es entonces cuando éste, iracundo, ordena que se
lo lleven, pero no le condena a muerte en primera instancia, sino que manda que
le retuerzan el cuerpo con unas tenazas de hierro. El joven persiste en su
empeño, pese al dolor que le infligen sus torturadores, y así finalmente es
descuartizado y arrojado al río, mientras su cabeza arde en la hoguera.
La más
interesante imagen temprana de Pelayo es un relieve de finales del siglo XI o
primera mitad del XII custodiado en el Museo de León, procedente de la
Colegiata de San Isidoro. Pelayo aparece representado como un hombre joven y
bello, de cabellos largos y sedosos, envuelto en una dalmática diaconal y su
cabeza rodeada de una aureola. Todos estos estereotipos carecería de sentido
traerlos a colación, si no fuera por la evidencia del enorme collar de piedras
preciosas que adorna su cuello, curiosamente el mismo que le ofreció el califa
Abderrahmán en la narración de Raguel. De esta manera, este collar, que en
realidad forma parte de la tentación a Pelayo, se presenta aquí como emblema
mismo del martirio recuperado en la iconografía cristiana local.
Una de la figura mas antiguas del santo tallada en piedra, se hallan en el museo de León
Las narraciones del martirio de
Pelagio construyeron
un ataque frontal a la presencia musulmana en la península Ibérica —y, por
extensión, en Europa— Según esta
narración, la vida, el martirio y la muerte
del niño cristiano que la titula, fallecido en la corte cordobesa del emir
Abderramán III a la edad de trece años y medio, en torno al año 925, como
consecuencia de su negativa a abjurar de su fe y acceder a los deseos sexuales
del futuro califa. Después fue despedazado y sus restos echados al Guadalquivir
el 26 de junio del año 925.
Sus restos fueron recogidos
piadosamente por los cristianos de Córdoba y enterrados en el cementerio de San
Ginés y su cabeza en el de San Cipriano, siendo considerado mártir por la fe y
la pureza.
En definitiva, la “Vita vel passio sancti Pelagii de Raguel”,
se trataría, de una pieza fundacional
cuyo eco y análisis comparativos nos ayudarán a comprender las bases del
primer imaginario cristiano sobre las que se sustenta la progresiva virilización
de la «Reconquista» —y la de sus héroes protagonistas—, frente a la
feminización y la sodomi- zación literaria, a veces no sólo metafórica, de
musulmanes y de judíos (y de no pocos cristianos sospechosos para el discurso
o cial) que plasmarán tantas otras obras hispánicas medievales, como ilustran
los más diversos géneros literarios e historiográ cos, en latín y en las
lenguas iberorrománicas, desde el siglo XI hasta fines del siglo xv.*
EL GRAN CHOPO QUE DE LOS APOSENTOS QUE DURANTE SIGLOS ASENTO A LA ERMITA DE SAN PELATO DE MATILLA DE ARZÓN.
REFERENCIAS:
-Los
orígenes del monasterio de San Isidoro de León. Autor: Dña. Mª Encarnación Martín López Titular
de
Paleografía y Diplomática. Universidad de León. revista ABBA Semana Santa 2000
-C Rodríguez Fernández (1991). La Vita
vel passio sancti Pelagii aparece recogida con el número 32 en el «Ensayo
de
un índice de la hagiografía hispánica medieval» de Fernando Baños Vallejo
(2003: 183-257, ahora 192-193)
-Varios
trabajos recogidos en Blackmore y Hutcheson (1999) abordan las interrelaciones
que apunto, además de los
de Mark
D. Jordan y Daniel Eisenberg ya citados. Merecen complementarse con Gregory S.
Hutcheson (2001),
Barbara F. Weissberger (2004) y Josiah
Blackmore (2006).
*Pasiones fundacionales e inefables: en torno a San Pelagio. Rafael M. Mérida
Jiménez Universitat de Lleida